Metodologías hasta en la sopa
Nuestra especialidad es muy dada a metodologías. Parece que no es posible que pase un año sin que aparezcan diez nuevas metodologías revolucionarias que vienen a solucionar de un plumazo la famosa crisis del software.
Lo cierto es que sólo tenemos que acercarnos a cualquier congreso de informática, darnos una vuelta por foros sobre el tema, leer unos cuantos sitios, para oír hablar maravillas sobre mil y una metodologías. Sus gurús, verdaderos monjes de la nueva religión nos hablarán sobre los aumentos exponenciales de productividad que su sistema proporciona, nos presentarán estudios comparativos donde se demuestra que en el proyecto X, en la empresa Y, en el que su metodología se aplicó de forma experimental, se consiguió completar un gran proyecto en el tiempo planificado, cosa extrañísima en el desarrollo de software, e incluso en menos tiempo del planificado (!!)
Aun aceptando que el método científico en estos casos de estudio brilla por su ausencia, que la mayoría de informáticos jamás hemos oído hablar de grupos de control, de métricas de productividad y demás parafernalia científica básica. Aun aceptando que los informáticos, desesperados por conseguir mejores resultados, nos convertimos fácilmente en creyentes y dejamos de lado las reglas más básicas del sano escepticismo. Aun aceptando todo esto, digo, no deja de resultar curioso el germen de realidad, de aumento real de productividad que hay detrás de dichos estudios.
¿Todas funcionan?
Lo cierto es que si hablamos con los participantes en dichos proyectos de prueba todos parecen encantados con los mismos. Programadores, jefes de proyecto, usuarios, clientes, todos parecen convencidos de las bondades de la metodología, de lo positivo que resultó para su proyecto, de que disminuyó el tiempo de desarrollo y aumentó la satisfacción general y la facilidad de uso.
¿Cómo puede ser esto así? Entiéndaseme, no digo que no haya una cierta metodología que no haya proporcionado realmente estos beneficios. Pero ¿todas las metodologías? Unos sistemas abogan por aumentar la documentación, otros dicen que hay que aligerar de papeles el proyecto. Unas metodologías hablan de oficinas privadas y silencio para los programadores para aumentar su productividad, otras dicen que todo el trabajo hay que hacerlo en parejas y que todos los programadores deben estar juntos en una misma habitación para aumentar el jolgorio creativo. En fin, cada metodología, cada gurú, es completamente distinta a las otra. Y sin embargo todas ellas nos prometen un aumento de la productividad. ¿Cómo es esto posible?
El Efecto Hawthorne
Entre 1927 y 1932 se realizó un estudio en la Hawthorne Plant de la Western Electric Company en Cicero, Illinois. En este estudio se investigó el efecto que producían en la productividad los cambios ambientales introducidos por los investigadores. Los investigadores comprobaban que aumentando el nivel de intensidad luminosa en la planta, se aumentaba la productividad. La sorpresa fue cuando se disminuyo la intensidad luminosa y se comprobó que la productividad también aumentaba. Prácticamente se podía cambiar cualquier aspecto de la metodología de trabajo de la planta y la productividad aumentaba.
¿Cómo podía ser esto? La mayor conclusión de dicho estudio es que a los trabajadores les agradaba la atención recibida durante el estudio y se esforzaban por rendir más. Otra conclusión equivalente es que la novedad introducida por el nuevo sistema saca a los trabajadores de su letargo metodológico, que a la gente le gusta la novedad y le aburre hacer las cosas siempre igual.
A esto se le ha venido a denominar el Efecto Hawthorne.
¿No será este efecto lo que nos proporciona mejoras en todas y cada una de las nuevas metodologías? Esto parecería consistente con el resultado a largo plazo de estos sistemas, que son rápidamente olvidados y no parecen obtener tan buenos resultados cuando se convierten en la norma de trabajo.
El libro Peopleware, uno de los libros sobre gestión de proyectos más influyente en nuestro campo, ya nos advierte de este efecto y nos avisa de cómo podemos aprovecharlo a nuestro favor: Empresas como Fujitsu han convertido la novedad en norma y en todos sus proyectos introducen algún aspecto experimental para evitar el tedio de los trabajadores.
Estemos pues atentos a lo que cada sistema es capaz de aportar en nuestro trabajo diario, practiquemos un escepticismo creativo con dichos sistemas, aplicando aquello que realmente nos va a ayudar en nuestra tarea y dejando de lado las recetas milagrosas. Y no nos olvidemos de disfrutar en nuestro trabajo. El aburrimiento en el trabajo del programador es lo que realmente disminuye la productividad. Algunas pequeñas novedades introducidas en cada proyecto pueden hacer más por este que cualquier metodología existente.
Website (URL) http://www.alzado.org/articulo.php?id_art=447
Author(s) | Juanjo Navarro |