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La protección de áreas naturales como instrumento de manejo de recursos

La protección de áreas naturales como instrumento de manejo de recursos

Pablo del Monte-Luna, Mónica Georgina Rivera,
Daniel Lluch-Belda y Francisco Arreguín-Sánchez
Centro Interdisciplinario de Ciencias del Mar (Cicimar)
Correo electrónico: pdelmontel@ipn.mx


Introducción

El establecimiento de áreas naturales con el fin de proteger los bienes y servicios que en ellas existen es una práctica antigua. Desde la Edad Media, los monjes budistas destinaban zonas “sagradas” en las que se prohibía todo tipo de actividad extractiva. En el siglo XIX, la nobleza, por decreto real, reservaba territorios exclusivos para la cacería. A fines de ese mismo siglo, no obstante, la protección de áreas quedó a cargo del estado y con ello el provecho de particulares trascendió al beneficio a largo plazo de la sociedad. Casi un siglo después, este cambio formaría parte de lo que ahora se conoce como desarrollo sustentable.

La primer área natural protegida (ANP) del mundo decretada en 1872 fue el parque Yellowstone al noroeste del estado de Wyoming, en Estados Unidos. En México, el Desierto de los Leones, cerca de la Ciudad de México, fue declarado en 1876, por el entonces presidente Porfirio Díaz, como la primer ANP del país.

Así, la protección de áreas actualmente representa un instrumento universal de conservación y manejo de recursos renovables y no renovables. Esta estrategia fue bien recibida por la comunidad científica y aunque en un principio se aplicó en el medio terrestre, posteriormente se extendió al medio marino. En 1935 se designa al parque nacional Dry Tortugas (en los cayos de Florida, Estados Unidos) como la primer área marina protegida (AMP). En México, la primer AMP fue el santuario de la ballena gris en la laguna Ojo de Liebre, Baja California Sur, establecida en 1972. Esta área es mundialmente reconocida como sitio idóneo para contemplar a la ballena gris en su hábitat natural.

 

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