El humo, subproducto de la combustión de vegetación y residuos en bosques, selvas y vegetación xerófila, indica la existencia de un incendio forestal. En años con alta siniestralidad, como 1998 en México, los impactos del humo son mayores. El humo afecta la visibilidad en vías de comunicación terrestres, aéreas y marítimas costeras, e involucran lesiones o pérdidas de vidas humanas y daños materiales. La situación empeora cuando los humos de temporadas extremas afectan las cargas atmosféricas y generan más rayos, que inician otros incendios. Así sucedió en el sur de los Estados Unidos (EE.UU.) con los humos procedentes de México y Centroamérica en 1998 (Lyons et al., 1998).
Los humos afectan la calidad del aire en áreas y ciudades cercanas a zonas forestales, particularmente para niños y ancianos, generando enfermedades del sistema respiratorio, gastos por tratamientos médicos, ausentismo laboral, incluyendo a los combatientes de incendios.
NASF et al. (1990) mencionan 12 000 casos de problemas en vías respiratorias entre los 30 000 combatientes de los incendios del Yellowstone Park en 1988.
Autor(es): Javier Contreras Moctezuma, Dante Arturo Rodríguez Trejo, Armando Retama Hernández y José J. M. Sánchez Rodríguez.