¿Ha usted observado alguna vez que en organización cada uno va por su lado?
El trabajo en equipo no es un proceso espontáneo y por más que se canalicen recursos o se esfuercen y pongan los cinco sentidos, es muy frecuente que cada persona empuja diferentes paredes de la caja que llamamos ¨nuestra organización ¨.
Hay quines aseguran que en Estados Unidos, los términos, trabajo en equipo y jugador de equipo casi se han convertido en etópicos culturales.
La mayoría de nosotros venimos escuchando hablar del trabajo en equipo desde niños. Ahora, en la actualidad, en las entrevistas de selección de personal siempre existe la pregunta a los candidatos de cuáles son sus puntos fuertes, y la respuesta consiste en proclamarse como integrante de un equipo.
Sin embargo, en la realidad hace falta algo más que buenas intenciones para ser capaz de colaborar eficazmente con los demás.
Se deben dominar técnicas interpersonales imprescindibles para trabajar con nuestros semejantes.
Sigue existiendo la creencia en algunas organizaciones que su personal sabrá, por instinto, construir buenas relaciones de profesionales con los compañeros de trabajo, además de identificar los problemas y de resolver cualquier conflicto que se produzca.
Pero en la realidad, hay circunstancias que hacen que el trabajo en equipo sea un desafió a veces insuperable.
Los cambios en el trabajo, por ejemplo, someten al individuo a una enorme tensión; las pesadas cargas de trabajo y los horarios interminables que provocan fatiga y frustración , suelen ser causa de que en ocasiones la gente diga cosas que en condiciones normales no las diría.
También es posible que se asignen actividades que se deben realizar con un compañero con el que no se lleven bien; o quizás se tenga un jefe difícil de satisfacer.
Tarde o temprano se encuentran situaciones interpersonales que no se sabe cómo manejar de un modo eficaz.
Personalizar cualquier conflicto es el primer paso hacia la destrucción de una relación.
El saber cómo crear un equipo y cómo colaborar con los compañeros de trabajo constituye la base de unas buenas relaciones profesionales.
Si el jefe no ataca los conflictos como es debido, entonces la tendencia es la destrucción del trabajo en equipo. Se menoscaba la confianza entre los compañeros y se perjudican a la organización y al público al que se presta la atención o los servicios.
Cuando el trabajo en equipo se rompe y se entra en conflicto con algunos de los miembros, se muestra una clara tendencia a echar la culpa a la personalidad o la incompetencia. Llegado a este punto, el solucionar la situación suele ser prácticamente imposible.
En la administración de cualquier organización, se dice que desde el momento en el que se diagnostica que la causa de un conflicto se relaciona con la personalidad o incompetencia de un tercero, entonces se están sentando las bases de un dialogo explosivo.
Algunas conversaciones se ¨calientan¨ tanto que la relación entre las dos personas implicadas acaba muchísimo peor de lo que estaba antes de empezarlas. El daño está hecho. Y luego, reflexionando sobre los acontecimientos se percata que el calor de la refriega hace olvidar decir lo que de hubiese tenido que decir para concluir el dialogo y sobre todo, con una nota más positiva.
Esto normalmente es una lección más de los peligros de hablar con el corazón y no con la cabeza.
Piense siempre dos veces antes de hablar cuando se esté enojado. Para ejercitar esto se sugiere realizar las siguientes actividades:
- Piense en una situación en la que haya dicho cosas que hubieses preferido no decir
- ¿Cómo influyó en su relación con la(s) otra(s) persona(s)?
- ¿Cómo influyó en su capacidad para trabajar con ella(s)?
- ¿Qué ha hecho usted a raíz de esos incidentes? ¿Ha aprendido a hablar con más propiedad? ¿Ha decidido mantener la boca cerrada?